jueves, 25 de julio de 2013

Cómo afrontan los seres humanos el estrés


Cualquiera que sea su fuente, el estrés exige ajuste. Los psicólogos distinguen dos clases de ajuste: confrontación directa y confrontación defensiva. La confrontación directa denota cualquier acción que tomemos para cambiar una situación desagradable. Cuando nuestras necesidades o deseos se frustran, tratamos de quitar los obstáculos que obstruyen el camino o simplemente desistimos. De manera análoga, cuando estamos bajo una amenaza, procuramos eliminar su causa atacándola o escapando de ella.
La confrontación defensiva designa las diversas maneras en que uno se convence a sí mismo de que realmente no hay amenaza alguna o de que no desea algo que le es imposible conseguir. Es una modalidad de autoengaño que caracteriza los conflictos internos y, a veces, inconscientes. Desde el punto de vista emocional no podemos traer a la superficie un problema y encararlo directamente por ser demasiado amenazador. En la autodefensa rehuimos el conflicto.
CONFRONTACIÓN DIRECTA

Cuando sentimos amenaza, frustración o conflicto, tenemos tres opciones básicas para confrontarlos
directamente: confrontación, compromiso o retirada. Podemos afrontar un problema directamente e intensificar nuestro esfuerzo por obtener lo que deseamos(confrontación). Podemos también renunciar a una parte de lo que queremos y quizá persuadir a los demás a que renuncien a una parte de lo que desean(compromiso). Otra alternativa consiste en admitir la derrota y dejar de pelear(retirada).
Para ilustrar lo anterior pongamos el caso de una mujer que lleva años trabajando sin que haya sido ascendida nunca. Se entera de que ello se debe a que no está dispuesta a dejar temporalmente la oficina central de la empresa para irse a una sucursal situada en otra parte del país donde adquirirá mayor experiencia. Su negativa a trasladarse a otra localidad constituye un obstáculo entre ella y la meta de progresar en su carrera.
Cuenta con varias opciones. Veamos una por una.

CONFRONTACIÓN. La confrontación consiste en afrontar una situación productora de estrés en forma directa, reconociendo que existe un problema y que es preciso encontrar la solución, abordando sin rodeos y avanzar con determinación en la obtención de los objetivos. La característica distintiva del "estilo confrontacional" (Golden, 1982) es hacer grandes esfuerzos por sortear el estrés y alcanzar las metas. Para ello se requerirá quizá aprender nuevas destrezas, contar con la ayuda de otros o simplemente poner más empeño. Hay veces en que se necesita cambiar uno y la situación. La mujer que hemos descrito pudiera decidir que, si ansía progresar en su compañía, tendrá que cambiar radicalmente de actitud, y decirle a su jefe que ahora está dispuesta a trasladarse a otra localidad. También podría intentar modificar la situación en diversas formas. Podría poner en tela de duda la suposición de que la sucursal le brindará la clase de experiencia que su supervisor piensa que requiere. Podría tratar de persuadir al jefe de que, si bien nunca ha trabajado en una sucursal, tiene suficiente experiencia para ocupar un puesto de mayor responsabilidad en la oficina central. Otra alternativa sería recordarle al supervisor que la empresa tiene la obligación de más mujeres a los puestos superiores.
La confrontación también incluye a veces manifestaciones de ira. La ira puede dar buenos resultados, en especial si nos han tratado injustamente y si la expresamos con discreción en vez de explotar. En cierta ocasión una revista de circulación nacional publicó un ejemplo eficaz y divertido de ira controlada ante un accidente insignificante pero desagradable.
Un automovilista llegó a un cruce y hubo de frenar para no atropellar a una frágil anciana que estaba cruzando la calle. El conductor detrás de él tocó el axón con impaciencia; entonces el automovilista apagó el motor, sacó la llave de la ignición, se dirigió hacia el otro auto y le entregó la llave al conductor. "Aquí tienes la llave",le dijo, atropéllala tú. Yo no puedo hacerlo. Me recuerda a mi abuelita ".

        COMPROMISO. El compromiso es el modo más común y adecuado de afrontar directamente el conflicto o la frustración. A menudo nos damos cuenta de que es imposible tener todo cuanto deseamos y que no podemos esperar que hagan exactamente lo que nos gusta. En tales casos conviene que nos conformemos con menos de lo que inicialmente habíamos deseado. Una joven que toda su vida ha amado  los animales y acariciado el deseo de ser veterinaria, descubrirá acaso en la universidad que tiene menos aptitud para la biología de lo que había creído y que le produce tal repugnancia la disección de especímenes en el laboratorio, que nunca lograría operar un animal. A manera de compromiso, opta por convertirse en técnica en zoología, o sea en una persona que trabaja de ayudante del veterinario.
     
RETIRADA. Algunas circunstancias, el modo más adecuado de afrontar el estrés consiste en alejarse de la situación. Si una persona se halla en un parque de diversiones y siente ansiedad al contemplar la montaña rusa, puede escoger otro juego menos peligroso e incluso marcharse del parque.
La mujer cuyo ascenso parece depender de un cambio temporal de domicilio tal vez opte por dejar su trabajo y conseguir empleo en otra compañía.
Otra alternativa consiste en que imagine que se escapa de la situación productora de tensión al decidir que el ascenso ya no le interesa y que ha llegado al nivel de su carrera que se había fijado.
Podemos comparar la retirada con la simple negativa de encarar los problemas. Pero cuando advertimos que nuestro adversario es más potente que nosotros o que es imposible cambiar realmente nuestra personalidad, alterar la situación o llegar a un compromiso, la retirada es un ajuste realista y positivo sobre todo si cualquier tipo de agresión sería autodestructivo. En situaciones aparentemente desesperadas, como los desastres submarinos y los que ocurren en las minas, pocas personas sienten pánico (Mintz, 1951). Desisten pues piensan que nada pueden hacer para salvarse. Si la situación es en realidad inevitable, la resignación es a veces la mejor manera de confrontarla.
Quizá el mayor peligro estriba en que la retirada puede convertirse en evitación de todas las situaciones parecidas. Podemos llegar al extremo de negarnos a ir a los parques de diversiones o al carnaval. La mujer que no quiso cambiarse a una sucursal de la empresa puede renunciar a su trabajo sin siquiera buscar otro. En tales casos, la confrontación por retirada se transforma en una evitación maladaptativa, y comenzamos a sospechar entonces que el ajuste no es eficaz. Más aún, las personas que han desistido se hallan en una posición tal que no pueden aprovechar una situación más propicia en caso que se les presente. Por ejemplo, a un grupo de alumnos de quinto grado el maestro que les puso problemas insolubles y otro maestro maestro les asignó problemas que sí tenían solución. Cuando el primero les planteó más tarde problemas que podrían resolverse, los estudiantes no no consiguieron solucionarlos aun cuando habían resuelto problemas casi idénticos propuestos por el otro maestro (Dweck y Repucci, 1973).
La retirada, cualquiera que sea su forma, tiene aspectos negativos y positivos a a la vez. Pese a ser un método eficaz de confrontación, conlleva peligros intrínsecos. Lo mismo suele suceder con la confrontación defensiva, tema que a continuación trataremos.

                                  CONFRONTACIÓN DEFENSIVA
Hasta ahora hemos hablado de afrontar el estrés que surge de fuentes reconocibles. Pero hay veces en que es imposible identificar o encarar directamente la fuente de estrés. Por ejemplo, supongamos que el lector retorna al estacionamiento y descubre que alguien ha golpeado su auto y ha huido de allí. O bien supongamos que debe posponer las vacaciones porque el aeropuerto está enterrado bajo dos metros de nieve. En otros casos; un problema causa tal amenaza emocional que simplemente no podemos afrontarlo directamente. 
Qizá averigüemos que un pariente cercano está en el período terminal de una enfermedad, otra posibilidad sería que, al cabo de 4 años de duros estudios, nos rechacen de la escuela de medicina y tengamos que renunciar a la ambición de ser médico.
En todos los casos anteriores da estrés y es poco o nada lo que podemos para afrontarlo directamente. Las personas tienden entonces a recurrir a los mecanismos de defensa. Estos mecanismos son un medio de engañarse uno mismo respecto de las causas de la situación causante del estrés, con lo cual se aminoran la presión, frustración, conflicto y ansiedad. La índole autoengañadora de tales ajustes llevó a Freud a la conclusión de que son enteramente inconscientes. A Freud le interesaban mucho las distorsiones de la memoria y los sentimientos y la conducta irracionales, todo lo cual era para él síntoma de una lucha contra los impulsos inconscientes. Por consiguiente, opinaba que los medios defensivos de confrontación siempre nacen de los conflictos inconscientes y que tenemos un control escaso o nulo sobre ellos.  No todos los psicólogos aceptan semejante explicación. A menudo advertimos que estamos sacando algo fuera de la memoria o engañándonos de otra forma.Todos hemos explotado en presencia de una persona cuando en realidad sabemos que estábamos enfadados con otra.
Sin importar si los mecanismos de defensa operan de modo inconsciente, proporcionan un medio de sortear el estrés que de lo contrario nos resultaría insoportable. Examinemos ahora más detenidamente los principales mecanismos de defensa.

         NEGACIÓN. Uno de los mecanismos de defensa más comunes es la negación, o sea no reconocer una realidad dolorosa o amenazadora. Como vimos en el capítulo 11, la primera reacción de casi todos cuando sabemos que vamos a morir es la negación. Lazarus(1969) cita el ejemplo de una mujer que estaba a punto de morir por quemaduras graves. Al principio se sentía deprimida y con miedo, pero al cabo de unos cuantos días empezó a tener la seguridad de que pronto podría volver a casa y cuidar a sus hijos, pese a que todos los parámetros médicos indicaban lo contrario. Al negar la gravedad de sus lesiones, esta mujer logró mantenerse tranquila y optimista. No fingía para tranquilizar a sus parientes y amigos: creía en verdad que se recuperaría. En una situación similar, C. T Wolff y sus colegas (1964) entrevistaron a los padres de unos niños que morían lentamente de leucemia. Algunos negaban la enfermedad de sus hijos y otros la aceptaban. El examen físico reveló que los primeros no mostraban los síntomas fisiológicos del estrés, entre ellos un exceso de ácidos gástricos, que se advertían en los que la aceptaban.
Muchos psicólogos dirán que, en tales circunstancias, la negación es una solución positiva. Pero otras veces las cosas no son tan claras. Los estudiantes que niegan la necesidad de estudiar y que prefieren pasar las noches viendo películas posiblemente sean reprobados. El adicto a la heroína que insiste en que no hace más que ensayar la droga está engañándose a sí mismo.

He hasta aquí por adelantarles este tema interesante  en el que todos nos reflejamos.. pues quién no ha vivenciado una confrontación defensiva, cierto?  No se atormenten luchando contra la realidad de haber hecho algo malo; tengan presente que la ' tierra pura' y el 'infierno' existen dentro de nuestro corazón, forman parte de nuestra misma esencia.. creo que es mejor, en estos casos, aceptar que la vida es esa constante batalla con uno mismo y no todos tenemos la capacidad de control en todas las circunstancias. Simplemente has siempre lo mejor. Y no tendrás que reprocharte ni arrepentirte de nada.
 regreso pronto con el resto de los mecanismos de defensa.







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