viernes, 7 de septiembre de 2012

Qué hacemos en el Más Allá?

Vamos a ahondar un poco más en los textos de Lobsang Rampa(Más Allá del Décimo), acerca de nuestra experiencia al dejar la Tierra:
(.....) Vosotros queréis saber  qué ocurre cuando uno muere. Bueno, en realidad  ya he escrito mucho sobre eso en mis libros anteriores. Se abandona el cuerpo, y su forma astral flota y se remonta al mundo  astral de más abajo, donde se recupera de los ataques y daños provocados por las condiciones  de vida o muerte que imperan en la Tierra. Luego, después de unos pocos días, de acuerdo con el tiempo que lleve el ajuste de cuentas con la Tierra, uno ve todo su pasado en el Salón de las Memorias, ve todo lo que uno ha logrado y dejado de lograr y, determinando los éxitos y los fracasos uno puede decidir lo que tiene que aprender en el futuro, es decir, si se reencarnará de inmediato o pasará o permanecerá quizá seiscientos años en el mundo astral. Depende de lo que una persona tenga que aprender y de la intención que tenga  en la escala de evolución.
En el mundo astral hay muchas tareas para desempeñar. Se puede ser   guía para aquellos que a cada segundo llegan de la Tierra, se puede cuidar, se puede curar porque muchos de los recién llegados no están al tanto de la realidad del mundo astral y creen en lo que su religión les ha enseñado a creer. O, si fueran ateos, no tienen creencia alguna y se hallan envueltos en una niebla negra que es pegajosa y confusa y hasta que no adquieren alguna clase de conocimiento del que se hallan privados por su propia locura, no pueden ser ayudados, por lo cual los asistentes no los abandonan y tratan de disipar esa niebla. Luego están los otros que aconsejan a la gente del mundo astral que tiene que volver a la  Tierra. Dónde quieren ir , qué tipo de padres desean, qué condiciones de familia: rica o pobre. Qué situación los capacitará mejor para desempeñar las tareas que se han propuesto. Todo esto parece tan fácil cuando se está en el mundo astral, pero no siempre es tan fácil cuando se está en la Tierra, vosotros lo sabéis.

He aquí otro resumen de una carta triste:"Recientemente he perdido un amigo de muchos años; mi animalito mimado murió y yo quedé acongojada y sorprendida. El cura de mi parroquia me tildó de mala mujer por atreverme a sugerir que los seres irracionales tienen alma, diciéndome que sólo los humanos la tienen y dejando entender más o menos que solamente aquellos humanos que pertenecen a su propio credo. ¿Puede darme usted alguna esperanza  de que veré a mi querido mimado  en la otra vida?"
Algunos curas son sorprendentemente ignorantes. Siempre me asombra -bueno, tomemos a los cristianos -que los cristianos casi se pelean para demostrar cuál credo es el verdadero. Los cristianos predicando a Cristo no demuestran cristiandad hacia los cristianos de otro credo. Mirad a los protestantes y a los católicos ; podría pensarse que han comprado toda  la primera fila de plateas en el Cielo  a juzgar por el modo como se conducen . Los católicos parecen pensar que los protestantes son malvados, y los protestantes están completamente seguros de que los malvados son los católicos. Pero ésta no es materia de discusión por el momento .
Durante siglos, sacerdotes han estado enseñando que el Hombre  es lo más grande que existe en evolución, que no puede haber nada más elevado que el género humano y que sólo el hombre tiene alma siempre que profese esta o aquella religión en particular.
Yo declaro, con absoluto conocimiento , que los animales también van al mundo astral, puesto que los animales tienen las mismas oportunidades que los humanos. Os repito que sí, que vosotros podréis encontraros con vuestros queridos mimados de nuevo, no solamente cuando vosotros mismos dejéis esta Tierra sino ahora, en el viaje astral a la zona en la cual estos animales se hallan .
Solamente un tonto completo podría creer que el Hombre es una edición única, por así decirlo , sobre almas.
Considerad esto: los tripulantes de los OVNIS son reales, hay otra gente en el espacio, gente tan altamente evolucionada , tan singularmente inteligente que los humanos inteligentes son ahora por comparación con estos habitantes espaciales tan estúpidos como un maniquí, una de aquellas figuras de plástico y yeso , rígidamente de pie que exhiben las tiendas con algún horrible vestido puesto.