lunes, 30 de marzo de 2015

IBRAÍN, EL DISCÍPULO ORGULLOSO


Luego de un período de 6 meses (por varias cuestiones),  asistí a una sesión de meditación en Hastinapura. Hace poco publiqué un video sobre "Ataques psíquicos y protecciones energéticas" porque yo misma, que trabajo mucho para la Luz, tuve una gran lucha con ello y como mi cerebro para ese entonces estaba muy desorganizado por la afección de sus ondas tras tantas operaciones, - gracias  a Dios se detectó y medicó correctamente- sufrí, además de alucinaciones y algunas lagunas en mi memoria, justamente muchos ataques psíquicos  afectando mi vida porque SOY MUY INOCENTE y me creía todo lo que me decían; así pues, lograron demorarme ampliamente y por eso estaba desalineada...afortunadamente Alicia, la profesora, puso en práctica un mantra que había olvidado y lo entonamos como pequeña canción: "Del Amor yo vengo, al Amor yo voy, por Amor yo vivo, por Amor yo doy.. Esa es la totalidad que yo soy." Es increíble el poder de cada mantra en las meditaciones;: a mí me integró de inmediato así que lo sigo cantando para no 'irme' otra vez. Al retirarme solicité otro de los diarios gratuitos de la fundación y en primer plano aparece este lindo cuento de Ada Albrecht, fundadora.

IBRAÍN, EL DISCÍPULO ORGULLOSO


(.......), Ibraín, joven discípulo de Ahmad,creía que el vino de las palabras de su maestro, totalmente bebidas por sus oídos, otorgarían a su alma la dulce Ebriedad Celeste...
Cierto día, Ahmad se hallaba labrando pacientemente la tierra en el huerto  próximo a los jardines de su Escuela de Sabiduría. Junto a él estaba Ibraín.
Te alimentas de mis palabras -le dijo Amhmad-. Sólo me escuchas. Mientras yo labro la tierra, y el sudor, hijo del esfuerzo, cubremi cuerpo, tú, como un holgazán, te bañas en la lluvia de mis frases, porque eso sí, me haces hablar, y mucho.
Pero trabajar... popco es lo que trabajas.
-¡Usted es mi Maestro y aprendo de lo que dice! -exclamó abruptamente Ibraín.
Aprende de mis actos -dijo Ahmad-, no de mis palabras.
No agregó nada más, y siguió labrando la tierra.
Hacía mucho calor esa mañana. Ibraín, un poco por vergüenza, tomó una azada y se puso a carpir junto a Ahmad.
Poco tiempo después, sintió sed. Ávidamente tomó un cuenco de arcilla, y como estaba vacío, se encaminó con toda premura hacia el pozo del cual pensaba extraer agua.
-Deja en sulugar ese cuenco de barro -dijo Ahmad-, porque como los trabajos normales de una vida en sociedad son algo despreciables para ti, no veo por qué, para apagar tu sed, tendrás que valerte de la labor sacrificada del alfarero. Vete al pozo y que Alah te ayude.
Ibraín no contestó nada, y se marchó sin el cuenco, bastante disgustado. Al llegar al pozo, se asomó por el brocal de piedra , y vio que éste era bastante profundo. El agua estaba muy abajo.
Pensó que sería difícil extraerla. Pero es claro, estaba la soga, la polea, el balde...
Soga, balde, polea, brocal, etc., fueron puestas allí por manos humanas. Como piensas que el camino a la sabiduría está hecho de desprecio, y no de humildad y agradecimiento por los pequeños bienes que nos concede este mundo, te quedan dos caminos: o te tiras al pozo para calmar tu sed, o regresas sin calmarla y continúas carpiendo la tierra -dijo Ahmad a sus espaldas-. En cuanto a eso de "te tiras al pozo" es una posibilidad que te otorga mi buen corazón, ya que él también es producto del sacrificio y labor de cuantos desprecias. Deberías  cavar un pozo tú, y extraer el agua del mismo, y no valerte de la labor de los otros.
Ibraín se puso a llorar desconsoladanmente, escondiendo su rostro entre ambas manos. Luego preguntó:
-¿Pueden los trabajos de una vida en sociedad otorgarme la gloria de sentir la Presencia de nuestro Señor? ¿No se nos enseña que es abandonando el mundo de la ilusión como podemos llegar al Reino de la Verdad?
-Nadie te ha enseñado jamás que a ese Reino de la Verdad se llega de la mano de la soberbia. Aprende de los pájaros, que, aunque son dueños del espacio, por la gracia de sus alas, descienden con sagrada humildad sobre los campos mendigando los granos de trigo caídos sobre los surcos. Señores de la suprema libertad, los pájaros agachan la cabeza y toman con sus picos las pequeñas semillas para alimentar sus cuerpos. No hay arrogancia en ellos, hay agradecimiento. Si los ojos de tu corazón estuvieran abiertos, mi querido Ibrín, cuántas coas aprenderías de este mundo, que por ignorancia, tanto desprecias.
Con el andar de los años, Ibraín fue un gran agricultor, un noble campesino de las tierras de su Maestro. Aprendió a ver la presencia de Alah en todas las cosas. Las hojas de los árboles, las piedras del camino, eran los ojos de Alah que lo observaban.
Ycuando la humildad , como sagrada bendición de la Sabiduría, cubrió u alma cándida y pura, Ibraín se hizo Uno con el Divino, inundada por el Sol.

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