sábado, 10 de agosto de 2013

Efectos que produce el estrés en las personas

En 1976 el psicólogo canadiense Hans Selye propuso que reaccionamos ante el estrés físico y psicológico en tres etapas que llama "Síndrome general de adaptación". Esas tres etapas son la reacción de alarma , la resistencia y una etapa final de fatiga. La secuencia puede repetirse varias veces en un solo día conforme se presentan nuevas exigencias.
Etapa 1, la reacción de alarma. Constituye la primera respuesta al estrés. Comienza cuando el cuerpo reconoce que debe repeler un peligro físico o psicológico. Las emociones son intensas. Nos volvemos más sensibles y alertas. La respiración y la frecuencia cardíaca aumentan, los músculos se ponen tensos y se producen otros cambios fisiológicos. Tales cambios nos ayudan a movilizar nuestros recursos de confrontación a fin de recobrar el autocontrol. En esta etapa podemos utilizar las estrategias directas o defensivas. Si ninguna de ellas reduce el estrés, al final entraremos en la segunda etapa de adaptación de Selye.
Etapa 2, de la resistencia. Los síntomas psicosomáticos y otros signos se manifiestan a medida que luchamos contra la creciente desorganización psicológica. Intensificamos el uso de las técnicas directas y defensivas de la confrontación. Si logramos aminorar el estrés, recobramos el estado normal. Pero si el estrés es extremo o prolongado, desesperados retornaremos a técnicas inapropiadas para la situación actual , aferrándonos rtígidamente a ellas pese al hecho de que no nos ayudan mucho. De se así, los recursos físicos y emocionales merman aún más y se manifiestan con mayor claridad y signos de deterioro y desgaste.
En la tercera etapa,  el sujeto tiende a utilizar en forma masiva mecanismos de defensa cada vez más ineficaces, en un intento desesperado por lograr control sobre el estrés. No es raro que algunos pierdan contacto con la realidad y que muestren signos evidentes de trastorno emocional o de psicopatía en esta etapa de adaptación. Otros revelan signos de "agotamiento" como incapacidad de concentrarse, irritabilidad, posposición de las cosas y una creencia cínica en que nada vale la pena ( Freudenberger,1983). En ocasiones se presentan síntomas psicosomáticos, entre ellos problemas cutáneos o malestares gástricos, y algunas víctimas del agotamiento recurren al alcohol o las drogas con el propósito de sortear el estrés. Si éste continúa, puede haber daño físico o psíquico irreparable, pudiendo sobrevenir incluso la muerte. Una de las consecuencias más sorprendentes de la teoría de Selye es la posibilidad de que el estés psíquico ocasione enfermedad o, al menos la empeore. Esta hipótesis es objeto de controversias, pero los estudios recientes respaldan la suposición de que los factores psicológicos se hallan en el origen de algunos de los peores padecimientos del ser humano, entre ellos la cardiopatía.
Algunos investigadores han logrado medir los cambios fisiológicos conexos al estrés. En un estudio dedicado a soldados jóvenes de Noruega, que estaban siendo entrenados como paracaidistas, las pruebas sanguíneas realizadas en las primeras fases del adiestramiento (cuando los reclutas sentían más miedo) indicaron un incremento en la concentración de cortisol en sangre y luego una disminución en la de testosterona. Al irse acostumbrando los jóvenes a saltar del avión y, por tanto, al sentir menos miedo, las concentraciones de la hormona recuperaron su nivel normal (Ursin, Baade y Levine, 1978). Se han descubierto similares cambios hormonales en los que sufren condiciones productoras de estrés como viajar en un tren atestado, hacer un examen oral para obtener un grado académico y hacer un trabajo de fábrica que requiere muchas repeticiones de la misma operación aen corto tiempo (Frankenhauser, 1979).
Otros trabajos han demostrado un nexo entre el estrés y el sistema inmunológico del cuerpo, que protege contra la enfermedad. Los experimentos con animales han revelado la existencia de una relación entre los factores psicológicos y el sistema inmunológico. La actividad de este último en las ratas puede aumentarse o disminuirse mediante el condicionamiento, una clase de proceso adquisitivo que hemos estudiado en el capítulo 6. Más aún, cuando se sometió a los ratones a ruidos fuertes, su sistema inmunológico no funcionó con la eficacia normal. El efecto es similar cuando as ovejas de cuernos largos sufren el estrés de la captura ( Anderson , 1982).
Los estudios con animales demuestran asimismo un nexo entre el estrés y el cáncer. En un estudio, un grupo de ratones vulnerables al cáncer fue mantenido 400 días en una vivienda ordinaria, donde oían el ruido que hacía la gente y otros animales. Al finalizar ese período, 92% de los animales habían contraído cáncer. En cambio, cuando un grupo semejante de ratones era conservado en condiciones tranquilas y de poco estrés, apenas 7% contraía cáncer. En otros experimentos el cáncer se diagnosticó en un periodo más temprano y el fallecimiento ocurría más  pronto en los animales que recibían descargas frecuentes sin la posibilidad de escape que aquellos a quienes se  permitía afrontar el estés de las descargas mediante el escape ( Anderson, 1982).
Tales estudios, conviene recalcarlo, no prueban que el estrés produzca cáncer, sino que puede debilitar la capacidad del organismo para combatir esta enfermedad y también otras. Desde luego, nadie sabe si la gente reaccionará igual que los animales de laboratorio. Sin embargo, los investigadores han encontrado pruebas de una menor eficacia del sistema inmunológico en los astronautas del Skylab ( laboratorio espacial ) poco después de haber pasado or el estrés del aterrizaje. Y por lo menos un psicólogo encontró una correlación entre ciertas características de la personalidad, entre ellas la dificultad de superar el estrés, y el cáncer  y otras enfermedades graves ( Ader, citado en Anderson, 1982). Más aún, se sabe que el estrés en el trabajo o en la vida personal parece aumentar el riesgo de enfermedad coronaria. El nexo entre el estrés y  la enfermedad se aprecia sobre todo cuando alguien nada puede hacer para controlar la fuente de la tensión como cuando se pierde el trabajo o muere un pariente  ( Glass, 1977). Por otra parte, las personas de "Tipo A" propenden mucho a la cardiopatía . Las personas de tipoA extremo están obsesionadas por un sentido de urgencia del tiempo y sin cesar intentan hacer varias cosas a la vez. A menudo son hostiles e impacientes, hablan en forma entrecortada, tienden a terminar las oraciones del interlocutor y son competitivas y de trato difícil. En el trabajo ponen más empeño que sus subordinados ( Friedman y Rosenman, 1974). Las personas de "tipo B" rara vez sienten el impulso de aumentar la cantidad de trabajo que ejecutan. Por lo contrario, les preocupa la calidad de él y de su vida en general. Aunque a menudo son tan inteligentes, ambiciosas y prósperas  como las del tipo A, muestran menor agresividad.
Friedman y Rosebman  ( 1974) descubrieron que los hombres de Tipo A
estudiados primero en 1960 tenían una probabilidad casi tres veces mayor de sufrir una cardipatía en los siguientes 10 años que los del Tipo B.
Glass ( 1977) ha sugerido que los primeros son especialmente sensibles a las fuentes negativas del estrés que ponen en peligro su control sobre el ambiente ; parece que su reacción ante los acontecimientos productores de estrés es lo que incrementa la probabilidad de la cardiopatía.

FUENTES DE ESTRÉS EXTREMO

Fuera de laboratorio el estrés proviene de varias fuentes que incluyen desde el desempleo hasta el combate en época de guerra, desd un violento desastre natural hasta el estupro. En esta sección examinaremos sucintamente algunos de los principales estresores, los efectos que tienen en la gente y cómo tratamos de afrontarlos.
1- Desempleo . Es una de las fuentes más importantes del estrés. Un investigador descubrió que, cuando se elevan los índices de desempleo, también aumentan las admisiones de primer ingreso en los hospitales psiquiátricos, la mortalidad infantil, las muertes por cardiopatía, los padecimientos relacionados con el alcohol y los suicidios ( Brenner,1973, 1976). En un estudio sobre los trabajadores de la aviación que habían perdido su trabajo,  Rayman Bluestone ( 1982) observaron que muchos de los trabajadores padecían  hipertensión  y alcoholismo, fumaban en exceso y sufrían ansiedad. Otros estudios encontraron signo de tensión familiar. "todo se vino abajo", dijo uno de ellos después que él y su esposa perdieron su trabajo.
Las reacciones ante el estrés causado por el desempleo se producen en varias etapas  (Powell y Driscoll, 1973). Primero viene un período de relajación y alivio , en cual se toman una especie de vacaciones y se tiene la seguridad de que se encontrará otro trabajo. La etapa 2, caracterizada por un optimismo constante, es un período de búsqueda incesante de trabajo. En la etapa 3, un periodo de vacilación y duda, los desempleados se vuelven malhumorados , su relación con la familia y los amigos se deteriora y apenas si se molestan en buscar trabajo. Al llegar a la etapa 4, periodo de malestar y cinismo , simplemente se han dado por vencidos.
Conviene señalar que esos efectos no son universales, si bien resultan  muy frecuentes. Más aún, se sabe que el desempleo no sólo origina nuevos problemas psíquicos sino que saca a la superficie los que se hallaban latentes. Por último, dos estudios han demostrado que la mortalidad crece y que los síntomas psiquiátricos se agudizan no solo en período de gran desempleo sino también en los de auges rápidos y breves de la economía ( Eyer, 1977; Brenner,  1979).  Este hallazgo viene a corroborar la hipótesis expuesta antes: la de que el cambio  ( positivo o negativo) produce estrés.
2- Divorcio y separación.  Como observa Coleman ( 1984), "el deterioro o terminación de una relación  íntima constituye uno de los más poderosos estresores y una de las razones más frecuentes que impulsan a buscar la psicoterapia" ( p. 160). Los cónyuges pensarán haber fracasado en uno de los aspectos centrales de su existencia . Con frecuencia persisten estrechos vínculos afectivos después de la separación. Si sólo uno de los cónyuges quiso poner fin al matrimonio, puede sentirse triste y culpable por lastimar a alguien a quien  un día amó; el cónyuge rechazado experimentará humillación y autorrecriminación por su participación en el fracaso. Aun cuando hayan estado de acuerdo en separarse , su vida estará perturbada por sentimientos ambivalentes de amor y odio . En semejantes circunstancias es común encontrar mucha confrontación defensiva; la negación y el rechazo sirven a menudo de amortiguador al impacto del divorcio o separación.
3. Duelo. "Pero, ¡oh terrible dolor!, ahora que te has ido / ahora que te has marchado para nunca más volver." Con estas palabras describió John Milton la muerte del joven Lycidas , y habrá pocos que hayan perdido a un ser querido que no comulguen con los sentimientos del poeta. 
Casi todos superan la experiencia del duelo sin sufrir un daño permanente pero normalmente no sin antes pasar por lo que Freud llamó" periodo de duelo" . Janis y sus colegas ( 1969) han descrito el duelo normal como un aturdimiento inicial y mese de pena en que la ira , la desesperación , el dolor y anhelo , la depresión y apatía aparecen al mismo tiempo.
En un libro basado en su estudio clásico sobre las viudas de Londres, Parkes ( 1972) nos ofrece intuiciones profundas acerca del duelo típico . "Es como un sueño", dijo una viuda . Creo que voy a despertar y que todo habrá sido una pesadilla . Otra vez estará él conmigo ."Algunas viudas reconocieron en si mismas una necesidad irracional de tratar de encontrar a su esposo difunto. "Dondequiera que voy lo busco ", declaró una viuda . 
"Entre las multitudes, en el templo, en el supermercado . No dejo de ver los rostros en su busca ." En el mismo sentido, otra viuda dijo: "Voy al cementerio a visitar su tumba.... pero no está allí". La mayor parte de las viudas culpó a los médicos por no haber puesto más empeño, a Dios por haberse llevado a su esposo y hasta a su propio marido por haberlas abandonado . " ¿Por que me hizo esto a mí?", exclamó una mujer.
Las reacciones anteriores son intentos por confrontar de modo defensivo una realidad ineludible y dolorosa en extremo. Casi siempre permiten al superviviente recobrar fuerzas para seguir viviendo ; vender las pertenencias y abandonar la casa que compartieron con el difunto o difunta .
Resulta imposible mantenerse serenos bajo la fuerte tensión del combate.
La reacción incapacitante ante el estrés de guerra recibió el nombre de "choque por granada" en la primera Guerra Mundial y de " fatiga operacional" o neurosis bélica " en la Segunda Guerra  Mundial , " fatiga de combate" en la guerra de Corea y de Vietnam. En todos los casos los síntomas eran idénticos. El primer signo de desintegración del autocontrol puede ser el llanto por una frustración pequeña o tener una explosión de ira ante un comentario inofensivo. La reacción inicial da origen más tarde a una imposibilidad de dormir, a estremecimiento ante ruidos repentinos , a confusión psíquica , a llanto incontenible, o permanecer callado y con la mirada perdida . En la Segunda guerra Mundial , cerca del 5% de los combatientes fueron dados de baja por motivos psiquiátricos , y algunos de esos veteranos todavía permanecen hospitalizados a causa del estrés que vivieron .
Aun los soldados que logran superar bastante bien el estrés durante el combate se percatan a veces de que les cuesta mucho adaptarse a la vida normal una vez que dejan el campo de combate. A eso se le llama " trastorno de estrés postraumático", tema que se examina más afondo en el recuadro anexo.
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