lunes, 10 de febrero de 2014

La mente inquieta y el Amor a Dios

 Gracias, lectores, por estar una vez mas.
                 LA MENTE INQUIETA Y EL AMOR A DIOS
El ser humano es divino. En su corazón  - como en el corazón de todas las criaturas -, mora Dios. Él es la Esencia más íntima de cada ser, es su origen, su propia vida, y su Meta Suprema. No somos completamente cuerpos; somos Almas presas de un cuerpo. No somos mente; somos Luz cautiva de las sombras de la mente. No nos hallamos en el mundo para gozar de los sentidos; sino que vivimos en esta tierra con el fin de domeñarlos y ponerlos al servicio del Espíritu. Nuestra preocupación no debe ser sobre-vivir sino aprender a convivir. Tampoco vinimos sólo para "pensar "; vinimos para pensar cómo ayudar a los demás, lo cual es uno de los signos del Amor. Tampoco estamos aquí para realizar innumerables obras; nuestra Obra debería consistir en trabajar para el bien de la Humanidad con la mente puesta en Dios.
Muchas obras que efectuamos están bien, pero, a medias. Nos suele faltar el componente esencial para realizar la transmutación de nuestro ser en Luz Divina; ese componente es la Devoción a Dios. Sin ese Divino Amor poco y nada es lo que la criatura humana puede realizar.
Lo que llevamos dicho con sólo algunas de las Enseñanzas que los Sabios nos legaran desde antaño. Son muy sencillas, pero, al mismo tiempo, difíciles de comprender y de llevar a cabo.
El ser humano en su esencia es muy simple: es la Divinidad misma, es Uno con Dios. Sin embargo, el ser humano como criatura presa del mundo es una criatura compleja: es la suma de sentidos, mente, cuerpo, estados de ánimo, memoria, ego, miedo, deseos, etc., y toda la hueste de las sombras cuyos cómplices parecieran ser infinitos.
El ser humano con aspiraciones místicas debe hacer todo lo posible por tender hacia aquella Sagrada Unidad y apartarse de la diversidad.
Así como la Mística tiene un paladín, que es el AMOR, de igual modo el mundo tiene su héroe negativo: LA MENTE MUNDANA.
Mente inquieta y Amor a Dios son opuestos, como lo son la sombra y la luz. No hay duda de ello. La movediza mente se alimenta de los múltiples objetos que le hacen llegar sus vasallos, los sentidos. Ella es rebelde por naturaleza. Jamás se halla en paz. Vive de la crítica hacia todo cuanto le rodea. Asociada con nuestro ego, siempre quiere poseer más, porque ambos son muy temerosos. La mente volcada hacia la materia desconoce el sociego.
Ella, en verdad, es un carcelero, que en nuestra inocencia, llegamos a considerar como Amo y Señor, y, cuando eso ocurre, ella cobra más fuerzas aún, y se puede convertir en verdugo de nuestra Alma.
Los Sabios conocían muy bien esto. Por eso decían :"¿deseas llegar a Dios?, entonces, anula tu mente. No existe otro camino". ¿Por qué? porque cuando la mente se silencia , llega el Amor, y el Amor es Dios.
Cuanto más piensas y reflexionas y te encierras en tus propios pensamientos, menor será la luz que pueda albergar tu corazón .
Por ello es que muchos santos rechazaban a los libros, aunque estos tratasen sobre temas muy espirituales, porque para leerlos tenían que "asociarse", de uno u otro modo con los movimientos mentales. Es también por ello que muchos místicos prefieren cantarle a Dios, recitar los Nombres de Dios, decorar las imágenes de sus  Templos, construirle santuarios, porque en todo ello lo primordial es el sentimiento, no la razón.
Querido hermano que estás leyendo estas líneas, recuerda siempre que para ver con claridad has de apartar los velos que cubren los velos de tu alma. Esos velos son tus pensamientos, deseos y dudas. Recuerda siempre que Conocer a Dios no es pensarlo, es Amarlo.
Finalicemos con las palabras del Bhagavad Gita: "Quien por doquiera me ve, y ve toda cosa en Mi, no perderá nunca en Mí el sostén, ni dejaré Yo jamás de sostenerle".


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