sábado, 14 de febrero de 2015

USAR

I

El mandamiento "amarás" pone en evidencia principalmente el lado positivo de actuar y del existir junto con los demás , que es propio del ser humano.
1.2 Aun en las situaciones más difíciles, el hombre debe observar la norma moral  para obedecer al santo mandamiento de Dios y para ser coherente con su dignidad personal. Sin duda, la armonía entre libertad y verdad exige, algunas veces, sacrificios fuera de lo corriente, y debe conquistarse a un alto precio: puede implicar incluso el martirio.
1.3 El principio del utilitarismo y el mandamiento del amor son extremos opuestos, porque a la luz del utilitarismo el mandamiento del amor pierde incluso su significado.
1.4 El hombre, consciente de la capacidad procreadora de su cuerpo y de su sexo, está al mismo tiempo libre de la "coacción" de su cuerpo y de su sexo.
1.5 La analogía del cuerpo humano y del sexo en relación con el mundo de los animales -que podemos llamar analogía de la naturaleza- que aparece en los dos cuentos del Libro del Génesis,ndr) ( si bien de forma distinta en cada uno de ellos), se eleva también, en cierto sentido, hasta el nivel de "imagen de Dios", y hasta el nivel de persona y de comunión entre las personas.

1.6 El" amor libre" explota las debilidades humanas ofreciéndoles un cierto'marco' de nobleza con la ayuda de la seducción y con el favor de la opinión pública. Se intenta así 'tranquilizar' a la conciencia, creando una coartada moral. Sin embargo, con demasiada frecuencia la mujer es considerada como un objeto debido al egoísmo masculino, que en tantos aspectos se ha manifestado en el pasado y aun hoy se manifiesta. En la situación actual intervienen múltiples factores de orden cultural y social, que deben considerarse con serena objetividad; no obstante, no es difícil descubrir también en ellos la influencia de cierta tendencia a la dominación y a la prepotencia, que ha encontrado y sigue encontrando sus víctimas especialmente entre las mujeres y los niños. Por lo demás, el fenómeno ha sido y es aún todavía más general: se origina, como escribí en la Christifideles laici, en esa injusta y perniciosa mentalidad que considera al ser humano como una cosa, como un objeto de compraventa, como un instrumento del interés egoísta o simplemente del placer (núm. 49).
1.8 En sí misma, la sexualidad no toma en cuenta a la persona, sino que se dirige exclusivamente hacia los valores sexuales del cuerpo. Esta es la razón de la inestabilidad que la caracteriza: se dirige allí donde encuentra esos valores, a cualquier parte donde aparezca un posible objeto de gozo.
1.9 Vamos a detenernos en la situación descrita por el Maestro, situación en la que el que comete adulterio en el corazón mediante un acto interior de concupiscencia (expresado a través de la mirada), es el hombre. Es significativo el hecho de que Cristo, hablando del objeto de dicho acto, no remarca que se trate de la mujer ajena o que la mujer no sea la propia esposa sino que dice genéricamente "la mujer". El adulterio que se comete " en el corazón "no queda circunscrito en los límites de la relación interpersonal, que sirven para determinar el adulterio que se comete "en el cuerpo".
El adulterio que se comete "en el corazón"no lo definen única y esencialmente esos límites, sino la propia naturaleza de la concupiscencia, expresada en este caso a través de la mirada, es decir, por el hecho de que ese hombre ( al que Cristo se refiere a título de ejemplo)
" mira para desear". El adulterio" en el corazón"no se comete solamente porque el hombre "mira" de esa forma a la mujer que no es su esposa, sino precisamente porque mira de esa manera a una mujer. Aunque mirara de esa forma a la mujer que es su esposa, cometería igualmente adulterio "en el corazón".
1.10 Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio. Pero yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola ya ha cometido adulterio con ella en su corazón (8 Mt 5,28 `[....].
De aquí nace la pregunta: ¿qué verdad, válida para todos los hombres, encierran las palabras de Cristo?
Debemos responder que encierran no sólo una verdad ética, sino también la verdad esencial sobre el hombre, la verdad antropológica. Precisamente por eso nos remitimos a esas palabras al formular aquí la teología del cuerpo ,
en estrecha relación y, por así decirlo, desde la perspectiva de las palabras anteriores, en las que Cristo se refirió al principio. Podemos afirmar que, con su expresiva elocuencia evangélica de alguna forma intentan evocar la conciencia del hombre de la concupiscencia al hombre de la inocencia originaria. Pero las palabras de Cristo son realistas. No pretenden hacer al corazón humano al estado de conciencia originaria que ya dejó tras de sí en el momento que cometió el pecado original; le indican, por el contrario, el camino hacia una pureza de corazón que es posible y accesible para él aun en el estado de pecaminosidad heredada.
1.11 Como dimensión inscrita en la totalidad de la persona, la sexualidad constituye un "lenguaje" al servicio del amor, y por tanto no puede vivirse como puro instinto. Debe ser gobernada por el hombre como ser inteligente y libre.

Ello no significa, no obstante, que pueda manipularse de forma arbitraria. La sexualidad posee en efecto, una estructura psicológica y biológica característica cuya finalidad es tanto la comunión entre hombre y mujer como el nacimiento de nuevas personas.
1.12 Respetar dicha estructura y dicha inseparable conexión no es "biologismo" o "moralismo", es prestar atención a la verdad del hecho de ser hombre, del hecho de ser persona. Es en virtud de dicha verdad, perceptible también a la luz de la razón, como resultan moralmente inaceptables el llamado 'amor libre', la homosexualidad  y la anticoncepción. E efecto, se trata de conductas que deforman el significado profundo de la sexualidad, impidiendo que se ponga al servicio de la persona, de la comunión de la vida.
1.13 Vuelve a sonar en nuestros oídos la famosa pregunta que Pilatos le hizo a Jesús:¿Qué es la verdad? (Jn 18,38). Partiendo de ese escepticismo, se llega a un falso concepto de la libertad, que pretende sustraerse a toda limitación ética y replantear según su voluntad los datos más evidentes de la Naturaleza.
1.14 ¿Quién es el hombre, qué es el hombre? La respuesta divina puede verse falseada por las actitudes humanas, porque cuando se dice: el hombre debe vivir para convertirse en un acto de donación, esta fórmula puede interpretarse de forma utilitarista, pensando que el hombre se hace más hombre cuando gana más, no cuando se entrega, sino cuando busca los otros bienes como donaciones para sí mismo. Y esta visión utilitarista se basa en una filosofía inmanentista, que empezó con Descartes y que ha tenido gran desarrollo en la época moderna.

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