lunes, 25 de febrero de 2013

La Ley del tercero

Ayer fue un día atípico para todos los que vivimos en Mar del Plata; atípico para todos y, doloroso,para muchos afectados por el fenómeno natural(esperemos sean materiales)- aunque uno diga es algo material! tiene solución... estas cosas generan dolor porque hay personas que carecen de los medios para sobrellevar su vida , por esta razón en ese momento recordé con todo mi corazón al Padre Ignacio Peries, ese hombre sagrado(como le dije en mi mensaje telepático y todo el tiempo), que en esa misa dijo tantas cosas. ÉL nos habló entre esas cosas, un hecho sobre Jesús y sus discípulos; contó que él les entregó una medalla a cada uno en la que decía la ley del tercero: ellos preguntaron cuál era el significado de la ley del tercero, y Jesús respondió:
Primero Dios,
Segundo mi prójimo,
y tercero yo.
También nos habló del Amor, pidió que la gente que tenga a cargo a personas, (en todos los ámbitos) se las trate con Amor.. pidió que se controlen los impulsos- "Hay que controlar los impulsos.. en su acento extranjero dijo, a veces dan ganas de romper cabeza a alguien, pero debemos controlar los impulsos, hay que tratarse con amor y no con órdenes: si uno dice a alguien:- andá a lavar los platos, nadie va a lavar los platos; pero si decimos ¿ vamos a lavar los platos? ahí si nos van a ayudar a lavar los platos. Rezó por nuestros viejitos; nuestros viejitos... que han pasado su vida trabajando para sostener sus familias, y al final de sus vidas se quedan solos, cuidando sus nietitos, sin ayuda de nadie. Hoy vamos a pedir a Jesús por ellos.
Yo digo: HOY Y TODOS LOS DÍAS NOS OCUPAREMOS DE NUESTROS PADRES, DE NUESTROS HERMANOS, DE NUESTROS NIÑOS, DE NUESTROS ABUELOS, DE NUESTROS AMIGOS, DE LA VIDA..  practiquemos la ley del tercero, miremos al que sufre, demos una mano al necesitado, porque pasamos la vida sujetos a un montón de circunstancias y conflictos, cuando hay tanto para bendecir.. para agradecer... y que de un momento a otro, como ayer, nos llevamos un susto y nos damos cuenta de que no tenemos el control de todas las cosas y que hay que vivir cada instante con alegría. Que estas situaciones no sean para decir, bueno, pero a ellos les pasaron cosas peores, yo tuve suerte!
No. Estas cosas suceden para ponernos a prueba:¿ Eliges el camino del corazón, o el camino de la mente? Eliges  actuar por encima de tu ego y te  brindarás      a los demás?
Mis queridos! hay que dar para recibir! 'dar' no necesariamente material sino de adentro, o ambas..
Que no esperemos que pasen estas cosas para valorar cada instante; para bendecir, para agradecer..  para practicar las palabras de este maravilloso hombre sagrado y de Jesús.

   "ESTO TAMBIÉN PASARÁ"
-Me estoy fabricando un precioso anillo. He conseguido uno de los mejores diamantes posibles. Quiero guardar oculto dentro del anillo algún mensaje que pueda ayudarme en momentos de desesperación total, y que ayude a mis herederos, y a los herederos de mis herederos, para siempre. Tiene que ser un diamante pequeño, de manera que quepa debajo del diamante del anillo.
Todos quienes escucharon eran sabios, grandes eruditos; podrían haber escrito grandes tratados, pero darle un mensaje de no más de dos o tres palabras que le pudieran ayudar en momentos de desesperación total..
Pensaron, buscaron en sus libros, pero no podían  encontrar nada.
El rey tenía un anciano  sirviente que también había sido sirviente de su padre. La madre del rey murió pronto y éste sirviente cuidó de él, por tanto, lo trataba como si fuera de la familia. El rey sentía un inmenso respeto por el anciano, de modo que también lo consultó. Y éste le dijo:
No soy un sabio, ni un erudito, ni un académico, pero conozco el mensaje. Durante mi larga vida en palacio, me he encontrado con todo tipo de gente, y en una ocasiónme encontré con un místico. Era  invitado de tu padre y yo estuve a su servicio. Cuando se iba, como gesto de agradecimiento, me dió este mensaje.-El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo dió al rey.- Pero no lo leas- le dijo-manténlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a la situación.-
Ese momento no tardó en llegar. El país fue invadido y el rey perdió el reino. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus enemigos lo perseguían. Estaba solo y los perseguidores eran numerosos. Llegó a un lugar donde el camino se acababa, no había salida: enfrente había un precipicio y un profundo valle; caer por él sería el fin. Y no podía volver porque el enemigo cerraba el camino. Ya podía escuchar el trotar de los caballos. No podía seguir hacia delante y no había ningún otro camino...
D e repente, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y allí encontró un pequequeño mensaje tremendamente valioso:
Simplemente decía "ESTO TAMBIÉN PASARÁ".
Mietras leía "esto también pasará" sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos que le perseguían debían haberse perdido en el bosque, o debían haberse equivocado de camino, pero lo cierto es que poco a poco dejó de escuchar el trote de los caballos.
El rey se sentía profundamente agradecido al sirviente y al místico desconocido.Aquellas palabras habían resultado milagrosas.
Dobló el papel, volvió a ponerlo en el anillo, reunió sus ejércitos y reconquistó el reino.
 Y el día que entraba victorioso en la capital, hubo una gran celebración con música, bailes... y él se sentía muy orgulloso de sí mismo.
El anciano estaba a su lado en el carro y  le dijo:
Este momento también es adecuado: vuelve a mirar el mensaje.
-¿ Que quieres decir?- preguntó el rey- Ahora estoy victorioso, la gente celebra mi vuelta, no estoy desesperado, no me encuentro en una situación sin salida.
-Escucha- dijo el anciano: este mensaje no es sólo para situaciones desesperadas; también es para situaciones placenteras. N o es sólo para  cuando estás derrotado;también es para cuando te sientes victorioso. No es sólo para cuando eres el último, también es para cuando eres el primero.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje :"Esto también pasará", y nuevamente sintió la misma paz, el mismo silencio, en medio de la muchedumbre que celebraba y bailaba, pero el ego, había desaparecido. El rey pudo terminar de comprender el mensaje. Se había iluminado.

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